El Papado de Francisco I: Un cambio geopolítico

 

Nadie mejor que el “regista” italiano Nanni Moretti podía imaginar un futuro no muy lejano de la Iglesia Católica. En “Habemus Papam” un pontífice aburrido, afligido y al borde de un ataque de pánico decide renunciar a la guía de la Iglesia Católica. A tan sólo dos años del estreno del film de Moretti, el 11 de febrero de 2013 Benedetto XVI convierte en realidad lo que hasta ahora había sido una película (no muy bien recibida por los sectores más conservadores de Roma).

Un mes más tarde de su renuncia, el mundo se asombra por la llegada desde “el fin del mundo” de un Cardenal latinoamericano, perteneciente a la Compañía de Jesús: Jorge Bergoglio. Con una retórica y gestos diametralmente opuestos a su antecesor, Bergoglio, ahora, Papa Francisco, comienza a dar indicios de una posible reforma en la Iglesia católica.

Para muchos teólogos, entre ellos Leonardo Boff, la llegada de Francisco vaticina el  inicio de la “primavera” de la curia romana. El pasado enero, los vientos del sur, en boca de Francisco, dieron forma al discurso ante el Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede. Sus primeras palabras estuvieron dirigidas al establecimiento de relaciones diplomáticas con nuevos Estados, con especial énfasis en África. El Sumo Pontífice en dicho discurso, visibilizó a los excluidos, a la pobreza y colocó a los jóvenes y ancianos en el centro de su pontificado, es decir, puso el foco en “las periferias”.

En su retórica Francisco ha denunciado el “culto al dinero”, al sistema financiero mundial en particular y a las injusticias propias del sistema capitalista, posicionándose a favor de la justicia social y el trabajo.

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